sábado, 8 de junio de 2013

Lo que le falta al tiempo.

Este texto repleto de palabras pertenece al libro "Lo que le falta al tiempo" de Ángela Becerra y me gustó tanto que pensé en incluirlo en mi blog. Espero que os guste.

    Ahora lo entendía.
    Nadie era dueño de nada, ni siquiera de sí mismo y, sin embargo, sin ser dueño de nada terminaba arrastrando y haciéndose cargo de su falso destino. Sintiéndose responsable de algo que de ninguna manera había pedido: la vida. Cada decisión, un sí o un no dicho de prisa, lo convertía en su propio carcelero. Dueño de esa nada que iba aglutinando y se agarraba con uñas y dientes a un estúpido concepto: la fantasía de ser. Un grano ínfimo convertido en una gigantesca roca cargada de mierda. Cuanto más crecemos, más encadenados. Cuanto más sabemos, más perdidos. Cuanto más tenemos, más angustias. La gloria, un billete. El fracaso, otro. Si amas, la prisión de sentir; si no amas, la de la soledad. Si deseas, el infierno de poseer; si posees, el miedo a no saberlo conservar... o a desear más y más. El hombre convertido en víctima de sus propios espejismos.
Caminas por la vida buscando adquirir experiencia, cuidando de no tropezar con ninguna piedra que te lastime; convencido de que la sabiduría de la adultez te protegerá de las equivocaciones. Y de pronto, aparece de la nada un sueño. Y tú, que ya no crees en ellos, te agarras desesperadamente a su cola tratando de que en su vuelo te eleve, y así sentir por escasos segundos que estabas equivocado, que puede ser verdad. Que puedes sobrevolar la plana realidad; que ese sueño te ha rescatado de esa perfecta y estúpida muerte en vida que te ha sido labrando año tras año. No, la ingenuidad no era sólo un mal de juventud. Era la peor enfermedad de la vejez.

    Aun recuerdo como comenzó el libro. Empecé a leerlo y me encanto, por su misterio, su intriga, y especialmente por sus palabras.  Un gran libro que recomiendo a todo aquel que le gusten las historias en las que se mezcla la verdad y la ficción. Sería capaz de leerlo diez veces y aun tendría ganas de volver a leerlo. Te hechiza con sus palabras, con la historia. Comienzas a leer y ya no quieres parar, quieres continuar sin importar que sucede a tu alrededor, sin perder un segundo. Simplemente merece la pena. 


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